y todo lo sabía
y le entusiasmaba, la cara encendida
el pelo blanco y las manos
colocando el aire para que las palabras
nos llegaran mejor, diáfanas
como el día: hay nueces
que no recojo, las tira el viento
alto, la medida la dan las ramas
de este nogal de aquí
para las ardillas
una pareja queda
en aquellos árboles están
las dejo aquí, a veces
las poso del otro lado
para que no tengan que cruzar
y me quedo mirándolas.
Las vemos en sus manos
huecas, cáscaras de nueces
recogidas del suelo.
En la selva, dice mi mujer
vivimos en la selva
pero yo nací aquí.
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