Eso es lo que hemos conseguido, dice mi madre, que todos esos jóvenes que pudieron estudiar y progresar deshonren sus orígenes.
Que quieran ser como los de arriba, remata.
Decía que a esta chica le ha ido muy bien, de alguna manera como a mi, por eso que no se pueda criticar que mi madre hablara desde la envidia, quizá sí desde el rencor o desde la decepción, incluyéndome, que tampoco yo siento que esté haciendo nada por los demás o ni siquiera por los míos.
Salimos, mi madre abre el paraguas y me cubre, doblando la esquina ella sube la cuesta de los toros, yo me pongo la capucha del abrigo y bajo la calle.
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