Llegamos al pie del ascensor de la Calle Alta desde la pasarela y los dos estaban arriba, pulsamos el botón y no se movieron. Preguntamos a unos jóvenes que estaban allí agarrándose las viseras, las playeras con los cordones bien apretados, y nos respondieron con ese hablar cantarín del Barrio Pesquero que los habían parado por el viento.
Por la mañana habíamos puesto corriente en casa para ventilar y el viento había pasado las páginas de algunos libros y tirado hojas del ficus al suelo.
Subimos por el camino que transcurre entre huertas, bajo las copas de los eucaliptos que mece el viento
cuando ponemos corriente para ventilar
paran los ascensores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario