No había nadie que atendiera la pescadería y mientras esperaba apareció una señora muy mayor a la que pregunté si quería que sacáramos número pero ella contestó que no hacía falta y que solo había ido a comprar unos chicharros, yo unos lirios, y entonces le pregunté que cómo los preparaba y me dijo que ponía una base de patatas cortadas planas, empanaba el pescado y luego, cuando las patatas estuvieran un poco hechas, echaba los chicharros a la sartén y añadía un chorro de vino blanco y también limón, que su hija solo los comía así.
Iba a preguntar más, qué de su hija, por ejemplo, si vivía con ella o si vivía, que no sé por qué me dio por sospechar que no, o si ella vivía sola y dónde, en qué parte del barrio, o por ejemplo cuánto tenía al pescado en la sartén, pero llegó la dependienta y se nos acabó el tiempo.
Por la tarde fuimos a una tienda de decoración y en la cola para pagar una madre le decía a su bebé, se lo decía llevándole en brazos esperando, haciendo aspavientos y haciéndose la sorprendida, que si nunca había visto flores, esas cosas que se dicen cuando todas las cosas son las primeras, mientras el bebé trataba de alcanzar un mantel con motivos florales que iba a comprar la madre.
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