está en su casa más que nosotros en la nuestra, dijo
y contándolo mientras tomábamos un café en una de las terrazas de la C/ Burgos, mi tía nos explicó que para espantar a las culebras lo que había que hacer era quemar trapos, que no sabía si por el olor o por el humo, pero que la culebra huía
parecido
pienso yo
a lo que sucede con el jabalí en la mies, donde se ponen ollos con trapos humeando dentro
o con el lobo, lo que explica que haya antiguos árboles ardidos en el monte, no por el rayo o por el hombre para calentarse, sino para ahuyentar al lobo
de donde también, supongo, las "piedras de la ceniza" de los sarobes vascos, nuestros seles, que tanto parecido guardan con los cromlech y sus cistas.
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